31.5.11

Amo a Daniela Ruiz
Me la quiero comer.
Juan Camilo es hipster, luego no soy Juan Camilo. ¿O si?  Hipss.

24.5.11

Entrevista



¿Qué pasa? Que ella se despierta dónde están mis cucos o mejor no mejor no se despierta sino más bien abre los ojos y ya porque no ha podido dormir asustada pensando que después de todo sí la ha desarmado que las miradas la saliva penetraron en su ser en su sexo en sus secretos inconclusos que la destapan y entonces huele a mierda mundana a pecado dis-fru-ta-do pero ¡ay! él está a su lado pero con los ojos cerrados y no ha podido terminar de despertar pensando en cada vez que se habían repetido él-Tatiana él-Paola él-cualquiera insistiendo en los mismos colores calores idénticos de tactos y de sabores las contradicciones el miedo al olvido el asco en última instancia y antes de terminar de revivir las fiestas las risas los viajes las peleas se pregunta ¿Qué pasa? Que ella se despierta dónde están mis cucos...

Publicado originalmente en: http://ondasyparticulas.tumblr.com/

23.5.11

Este blog se fue a la mierda y sus razones

TODO SE FUE A LA MIERDA, PORQUE?, PUES PORQUE NO ENTIENDEN TODAVIA QUE EL ESTUDIO ES PARA TODA LA VIDA MIENTRAS ESTE BLOG, AL IGUAL QUE LA FAMA, LAS TETAS DE SANDEE WESTGATE Y UNA NOVIA NINFOMANA SON PASAJERAS Y HAY QUE APROVECHARLAS COMO EL PUTAS.
POSTEEN, NOS VEN QUE SOBREVIVIMOS AL FIN DEL MUNDO, ALCIRA Y LOS PEDOS DE BRIAN?
INSPIRATE MOKOSEKO, O PIDELE AL NIÑO PREDICADOR QUE ORE POR TU INSPIRACION.

15.5.11

Se está solo
(Faltan miles de tildes)


"Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo".
Jorge Luis Borges, El libro de arena.
“A veces te siento tan lejana, tan ajena a mí, en ese otro mundo de un cristal infame, que no me deja pasar y me atormenta con mi reflejo informe. A veces te miro y te leo y estas allá, en ese país en que mis mascaras no ocultan, en que mi torpe amar es igual que un pene de 18 centímetros o un beso entre diálogos y botones”.
Yo (buee)

Se está solo.
Escribir.
Espaguetis.
Baile de queso.
Se está solo, cuatro a uno, y el vino baja por la garganta, y se posa delicadamente en el fondo de Antoine.  Ahora él, mientras rastrea con sus ojos las últimas gotas de vino resbalando por el interior de la copa, piensa que es increíble cómo su experiencia de sí mismo, de saberse tan único, era desconocida a aquellos para quienes apenas era un rostro familiar o una mano que se tendía en el tranvía, como podía ser que para unos él fuera nada, uno más, uno menos, ese o aquel, cuando él se sentía el hombre más importante del mundo.  Filosofía barata, piensa, y, sacrificando su comodidad, se para.
Tiene la tarde entera para visitar los museos, las históricas calles, las iglesias, cuya monumentalidad y silencio siempre le han fascinado, conmoviéndose con esa sensación de que la catedral escondía en su más hondo sótano un secreto oscuro y olvidado. Le gusta imaginarse el mundo como un lugar así, con misterios que aún yacen en los más hondos pozos o en la cúspide de montañas aún sin nombre. Pero ahora no se trata del mundo, sino de los museos y las históricas calles y blablablá.
Recuerda que debe comprar el audiolibro, o su primera y seguramente última visita al Museo del Cielo e della Terra, va a ser un monton de pájaros y esferas anónimas, necesita el audio para comprender, para sentir que comprende, para sentir que es uno más, eso que la gente percibe de él.  Se pone en camino, tiene su día perfectamente arreglado, sabe que irá al museo, que se hará al fin su corte italiano que quizá será también americano pero no, porque fue en Bolonia, visitará ese restaurante que ya dos veces ha visto por la ventana del taxi, que tanto le había cautivado, que lo llamaba, así fuera para llegar y encontrarse con esos pensamientos que le hacían querer no ser mas Antoine. Museo del Cielo e della Terra, le suena tan apocalíptico, tan de un cielo en que se baten a duelo los ángeles, y los santos con miradas severas le ven aproximarse al Museo del Cielo e della Terra, que ya no le parece tan apocalíptico, sino pétreo y con una fila de dos cuadras.
Pero si tiene tiempo, al fin y al cabo está de vacaciones, no tiene la incómoda presión de entregar un reporte al subsecretario o de asentir innumerables veces a los reproches de Gabrielle por tener que pasar otra noche en la oficina, archivando y fumando. Se siente libre, le gusta hacer la fila, siente que al final recibirá una merecida recompensa, y ahora ya ha avanzado unos diez pasos, vamos, que no es tan larga a final de cuentas. Siempre se entretiene mirando las distintas fisonomías que puede encontrar, le fascina ver como hay un sinnúmero de rostros posible, rostros que sugieren desamparo, fiereza, aplomo e incluso desesperanza; se divierte viendo cómo la gente arquea las cejas y arruga el ceño, y algunos tics involuntarios de unos cuantos le han merecido la mirada inquisidora de otros tantos al soltar una carcajada en el tranvía, precisamente en esa hora en que todos van callados, digiriendo el almuerzo y los pensamientos. Ahora piensa que la fila es mejor que el tranvía, que la leve insolación en el niño frente a él y los alegatos de su padre asustado por el rojo de su hijo le entretendrán otro rato.
El guardia le devuelve su tiquete ya marcado, pero Antoine esta distraído viendo el penacho amarillo de su casco. El guardia se aclara la voz y Antoine sale de su sueño de colores, toma el tiquete y se apresura al enorme vestíbulo, en que unas cortinas rojas larguísimas están dispuestas de forma que presentan un agradable contraste a la vista entre el mármol y el rojo, contraste que Antoine encuentra  de mal gusto, de la misma forma en que encuentra de mal gusto casi todo el resto de la ciudad.
No sabe por dónde comenzar, ese siempre había sido el problema más grande de su vida, nunca aprendió a tomar una decisión, a abandonarse a sus mágicas e inciertas consecuencias, en parte porque lo hallaba injusto con la contraparte, al ser una decisión un optar por un algo sobre otro algo. Pero qué le iba a importar a ese otro algo que lo desechara, escoger astronomía sobre derecho, no por eso el derecho se iba a poner a llorar lánguidamente, agazapado. No, Antoine aun no comprendía que las decisiones no sentían, que las decisiones estaban, y ya. Pero el ha cambiado, y decide comenzar por el ala norte, sin más.
El piso de mármol blanco, algo pálido y tan bien brillado le hace sentir bien, da gusto, piensa, mientras dirige sus ojos a la primera representación de Casiopea,  que le transporta a ese espacio en el que ningún hombre ha estado, pero que, sin embargo, está ahí, amenazando con ser tan real, pero no porque se notan los hilos, sí, se nota el nylon, hasta un chiquillo lo ve, Dios no es tan vulgar para usar un nylon, pero recuerda que no cree en Dios desde que tenía quince años, y piensa que no debió haber comprado el audiolibro si iba a callarlo con sus estúpidos pensamientos. Guarda el audiolibro.
Antoine esta extasiado con el piso de mármol, siente que camina por los colmillos de un mamut restituido de su tumba del hielo mas antiguo, y ahora se rie solo, porque parece patinando en el mármol, se desliza sobre el y se siente un niño islandes sobre el hielo y dale con el hielo Antoine, que será, que tienes la garganta helada y las ganas de volver a tener 8 años en Provenza.
Avanza, ahora Casiopea esta atrás y contempla una constelacion que no reconoce, una constelacion que consta de siete estrellas formando una jota. Pero hoy no le gustan tanto las estrellas, hoy vino al Museo porque ay ahora no quiere aceptarlo. Hacia calor ese dia, y el llegaba de donde Tirelli, que lo habia invitado a ver el futbol en su nuevo televisor, maldito Tirelli, siempre tan especial con sus amigos. Cuando se asomo a la esquina la vio llegar, y como quien contempla una gota que esta a punto de caer de una rama, la miro. En silencio, desde la distancia la vio sacar las llaves torpemente, buscar la ranura y abrir la puerta. Entonces ella movio la cabeza hacia la esquina donde estaba Antoine, quien se refugio tras la verja de la casa esquinera, y la vio buscar algo en el aire, algo desconocido, algo que creia ella siempre habia estado buscando, algo que no la dejaba amarlo en paz. La vio con su pelo rubio, con los labios entreabiertos, como cuando se dejaban ir entre las sabanas y las risas, vio sus piernas clavadas en el suelo, y se enamoro de Gabrielle por enesima vez.
Resulta que la constelacion es Columba, pero a quien le importa si es Columba o La Osa menor o Gabrielle. Frente a la siguiente constelacion hay un sujeto que le causa gracia, mira atentamente la representacion y mientras tanto se muerde la uña del dedo indice de la mano derecha, como esperando que la representacion le explique que todos esos puntos forman algo que no ha podido ver y esta terriblemente estresado porque en casi todas las figuras que ha visto en el dia no ve mas que puntitos aleatoriamente escupidos por un azar cosmico que ni se atreve a analizar, asi que prefiere analizar su zapato derecho, y a brillarlo con la parte trasera del pantalon.
Pero que bruto eres, que haces aca, sal ya por esa puerta y hazle el amor a tu esposa, tu que no quieres estar aca. Ah, y llevame contigo. Antoine lo ve alejarse, como vencido por las constelaciones, y una envidia profunda le raspa abajo, donde deberia estar su apendice. La constelacion que el hombrecito no pudo entender es Auriga, que en el veinticinco porciento de los casos los lleva a pensar en Platon y su Mito del Carro Alado, y a otro setenta y cuatro  le remite a una especie de rana con la que nunca quisiera toprse, sabiendo que el otro uno por ciento remite al cristal que se alcanza a ver tras la constelacion, en el que se lee claramente Julieta piace grande. Jajaja.
Antes de que entrara, Antoine salio de su escondrijo y se aproximo a la puerta, mientras miraba fijamente como Gabrielle volteaba de nuevo pero ahora cambiaba de mueca, y lo miraba con esos ojos grandotes y azules y lo sentia aproximarse, y una sonrisa se dibujaba en su boca que besaria ocho segundos despues, y que era como un regalo, los labios de Gabrielle, un regalo en ese dia caluroso. Los ultimos seis pasos corrio hacia ella, y ella abrio los brazos sabiendo que se aproximaba el reencuentro luego de casi una semana de Paris-Kiev, Kiev-Bonn, Bonn-la casa del hombre del metro de Bonn-Bonn-la calle y donde deje los panties- Bonn-Provenza. Se besaron y el calor fue insoportable, tiene que desabrocharse el nudo de la corbata roja y limpiarse los ojos con los dedos para poder ver Monoceros, qué constelacion tan hermosa.
Siente un renovado amor por el espacio, quiere llegar en dos o tres horas y estudiar un poco, quiza mirar por el telescopio con una copa de vino y la libreta a su lado, lista para que brote la melancolia sangrienta de los sabados a solas con el vino, sea Provenza o sea Bolonia, pero ahora sin Gabrielle. Juega en su mente a repetir las contelaciones, porque si se le olvido Columba Dios melibre.Dracocepheuscassiopeaandromedapegasuscetuspyxishidracancergabrielleconsupeloasiylasmangaslargasleoperseuseridanusgabriellequemebesabalentamenteyamisemeolvidabaelreporteylasestrellasyelcondenadomundo. Pero por supuesto que sabe porque piensa tanto en Gabrielle, Antoine sabe que esta en el Museo porque ese dia encontro el tiquete que ella habia comprado para que fueran juntos, y lo que esta haciendo ahora es una triste nostalgia de estar con ella, Gabrielle que deberia estar a su lado comentando como Monoceros parece una linda araña que se ha quedado atrapada en el lavabo.
No mas constelaciones o esta noche no querre salir de las cobijas. Antoine en realidad quiere ver el cielo esta noche, oyo a la del clima decir que estaria despejado, mientras se lavaba los dientes. Antoine patina sus ultimos metros en el marmol antes de entrar en el firme piso de granito, que lleva al ala sur. Una mujer de vestido rojo con guantes de piel viene hacia el, y juegan a las miradas que se encuentran, Antoine la mira con deseo, y ella lo mira de arriba abajo y la tension de ese momento se pude cortar con un cuchillo. Piensa si debe intentar una movida, finalmente no tiene quien le reprenda, no tiene a quien le importe que coquetee con la mujer de rojo que ahora camina mas lento para demorar el inevitable cruce y alejarse. Antoine tiene un condon en el bolsillo, no lava los pantalones desde que ya nadie se los lava, y el que creia que ese dia Valeria iba a dejarse ir, renunciaria a las formalidades y al como te has adaptado al observatorio, hubiera preferido que dejaran de jugar a gustarse y rozarse accidentalmente las manos, y que entonces solo fueran botones y alientos amargos. La mujer de rojo pasa por su lado, ya todo se fue a la mierda, ahora que vamos a ver.
 El niño insolado de hace rato esta ahora de la mano de su padre, contemplando fijamente un corredor que se abre a la izquierda de Antoine, absorto, dejando gotear el helado que sostiene con la mano que le queda libre. La boca abierta deja correr un hilillo de baba que se pierde entre las telas del overol, y atolondrado se tambalea en su propio eje, cosa que estremece a Antoine sin saber porque. El padre charla con el curador. Antoine sigue con la mirada el corredor, vacio, desolado, que parece llamarlo. Tendra unos veinte metros de profundidad, veinte metros que desde ya sabe que recorrera, entre ese aire pesado que sabe que se respira alli. Para qué demorarse mas, el niño ya lo tiene temblando hasta la medula. Da media vuelta y cree ver a Gabrielle que se pierde por unas escalinatas como del siglo quince. Tonterias, piensa, mientras da un largo paso hacia el corredor que lo espera.
(Julian cierra la boca y se limpia la boca llena de saliva con la manga izquierda,  y deja de mirar el corredor hacia el que se dirige ese hombre de pantalon de un café casi irrespetuoso, con una corbata roja y un saco a cuadros verdes y azules. Lo ve adentrarse en el corredor, y mira el helado todo tirado en el piso. Ahora papi tendra que comprarle uno mas, y ahora podra pedirlo de durzano, porque francamente que asco el de manzana que yace en el suelo, manchando el marmol tan blanco que provoca…)

Antoine ha notado algo. En el fondo del corredor hay un cuadro, un cuadro que no se ve desde fuera porque el corredor se dobla un poco a la izquierda hacia el final. Una luz ilumina un cuadrado en el suelo ubicado a unos setenta centímetros del cuadro, una luz que viene de arriba, como de un cielorraso. Debe telefonear al hotel ahora mismo, pedir que le tengan listo el taxi a las nueve porque en la noche ira a cortarse el pelo, porque a eso de las ocho se arma un caos en la calles de Bolonia que ni Faetón mismo en su carro alado podría sortear. Camina levantando mucho los pies, porque camina así, vaya a saber. Las paredes son de piedra lijada, y el piso es extraño, parece hormigón pero prefiere no aventurarse a deducir. Vaya mezcla, piensa, mientras la veía acercarse a él como si algo le doliera, mirándolo como si nunca hubiera pensado que Antoine podría ser el hombre de su vida.
El saco le pica, ella tenía un camisón largo que seguramente no le picaba y las mangas desjetadas que caían como dos amorosas cascadas de hilos arremolinados, piensa que si se quita el saco después le dará frio y ponérselo de nuevo pues para eso no se lo quita, ella extendió su mano y la abrió como una flor frente a él, y Gabrielle sentía un afán de lujuria, un calor que se extendía entre sus piernas, y Antoine no se quita el saco y tomo dulcemente su mano y la beso, sintiendo el entramado de esa piel que se fundía con sus labios y que despedía un olor inefable y dulzón. Ahora ve un poco mejor el cuadro, pero aun está lejos, aun le faltaran unos doce metros, si , un metro entre toda Gabrielle y todo Antoine, que se miraron y ya se borro la taza de té que pitaba allá en otro Paris, y Gabrielle lo miro y el sintió que lo atravesaba, que ella adivinaba el terror de perderla que se escondía en Antoine, Gabrielle, la impasible bestia, que lo vio retorcerse en el dolor de verla en los brazos de otro, como al final posiblemente sucedería, siete metros, se fundieron en un abrazo y beso que lo arrojo al último circulo del infierno, en que el mayor tormento era saber que Gabrielle no era suya, que nunca lo había sido, que algún día estaría solo de nuevo, mirando las estrellas y tomando vino, con su libreta y su amarga añoranza, estúpida insípida añoranza.
Antoine estaba enfermo de celos y ahora faltan solo cinco metros, ya alcanza a distinguir el cuadro, el sol que entra por el cielorraso y alumbra al sujeto,  ella se fue porque se canso de que el la mirara así, claro, de que fuera tan débil y la adorara en silencio, sin reclamarla para sí, violentamente una tarde después de algún aburrido almuerzo donde sus padres, cuatro metros y siempre ha sabido que se quedara solo, que no tiene para que comprar la otra mesa de noche, que Gabrielle fue su soledad mas grande, ahora solo le queda martillarse las uñas hasta que muera, en su habitación con una sola mesa de noche, que pesar, tres metros y ahora ve más claramente al sujeto que contempla el cuadro, el saco a cuadros verdes y azules,  Gabrielle, maldita, ten la gentileza de morirte, desaparece de este mundo malhadado que supura tus infamias, zorra, como es que te vas y me dejas solo una nota y dos tiquetes para el Museo del Cielo e della Terra, zorra, ojala nunca hubiera caído en la telaraña de tus labios semi abiertos, y ahora ya ve el pantalón de un café casi irrespetuoso que lleva el tipo del cuadro.
Setenta centímetros, a Antoine lo ilumina de lleno la luz del cielorraso que desde arriba confiesa un sol benevolente, el verano. Ahora ve el cuadro que esta frente a sí, ve al tipo que mira el cuadro de un tipo que mira el cuadro de un tipo… Antoine siente un vértigo existencial, quiere vomitar, ante sus ojos se abre una puerta al infinito más mordaz, mira el cuadro y no puede creer esa corbata roja, ese sujeto que está parado en un piso que parece de hormigón, mirando…  El terror, la cabeza que le pesa como nunca antes, el sudor que se desprende de cada glándula de su cuerpo, la nausea que conquista su garganta, el cuadro que lo devora entero.
Ahora se siente extraño, solo sueña con el vacio, y siente que a cada segundo que pasa se mece más en su tétrica suavidad negruzca, siente que un caballo inmenso pone su pie sobre él, que se quema en aros de mítico vapor volcánico, que expele tinta, que se aplana, que muere, que se funde con los oleos, el negro, el cielorraso, el rojo, el verde y el azul, el café aun irrespetuoso, hasta finalmente se pierde en la estela indomable y trágica de la inconsciencia. Y ahora Antoine es un cuadro.  
Gabrielle saborea su helado y mira al tipo del cuadro, posado frente al cuadro de sí mismo, qué noción más vertiginosa, piensa que el pintor debió ser algún matemático afligido por el infinito,  que aburrido, aunque logró, por algún azar que no comprende, retratar a un tipo igualito a Antoine, dónde estaría ahora ese pobre diablo. Mira hacia arriba y quiere sentir el sol en su piel, el sol que se filtra por el cielorraso, y da media vuelta y corre hacia el verano.  

14.5.11

She-Devil

Una chica idealizada un dia cayo entre mis brazos
Pero nadie se esperaba lo que yo descubriria
Pues la chica que les cuento no me daba buenos besos
Olia a pobre, y su aliento solia ser algo monstruoso

Sin embargo yo seguia en mi afan de conquistarla
Pues seria algo heroico revolcarla entre mis sabanas
Llego el día esperado y mis manos jugueteaban
Esto duro son tus tetas??! Ademas estas peluda!!!!

Fue desde ese dia de Julio
Que soy un heroe olvidado
Tantos pelos en sus partes
Fueron como Criptonita.

P.s. Depilate Cariño ;)

Copenhagen, Dinamarca, 1867

10.5.11

¿Cierto que ser gordo es ser boleta?

Resultado (con z)


Pues entonces resulta que los POBRES son mas dados a la revolución o cualquier adición a grupos o movimientos por su falta de educación que les impide pensar como seres individuales.
Una persona que no tiene cerebro para desarrollar un criterio propio adopta ideas fáciles, así se ahorra la modorra de pensar.
Otro de los factores que lleva al pobre a unirse a cualquier movimiento de inconformismo es precisamente el calificativo que le doy. POBRE. El pobre nunca está conforme y siente envidia del rico así que su festín seria lograr instaurar en el país el comunismo, un comunismo que le entregue todo sin tener que trabajar, así porfin podrá dedicarse a dormir, ver televisión mientras la GENTE trabaja por ellos. Ah olvide, otro Hobby es  hacer hijos, precisamente porque es POBRE, y no tiene $$$ para planificar.
Si el comunismo no es lo suyo juega a ser ario y espera que el partido nacionalsocialista le de unas tierras donde vivir.
Hoy en dia hay otra modalidad, construir en terrenos en riesgo de inundación y rezar para que llueva, así cuando el agua les llegue hasta el cogote, el estado deberá responder por sus daños y su desgracia dándoles una casa nueva. Así es, el Estado paga al POBRE por haberle advertido que ese no era un lugar apto para vivir, sin embargo el POBRE deicidio vivir ahí, y el estado lo indemniza por su desobediencia.
Claro está, el estado lo tiene bien merecido por construir un pais improvisado.

Algunas veces creo que ellos se hacen los POBRES. Siempre en los buses, el que yo llamo POBRE suele tener un mejor celular que el mio. Si voy a la casa de un POBRE, me encuentro que las paredes son ladrillos, el piso es tierra o en el mejor de los casos,Cemento, pero el POBRE tiene un Televisor Samsung de 40 pulgadas LCD 3D, que le graba Sábados Felices para que el pueda repetirlo cuando llega de tomar Sello Azul con sus amigos albañiles.
El POBRE es POBRE porque quiere, porque nunca quiso trabajar, nunca quiso estudiar, le dio pereza leer, y ahora ve en los movimientos populares todo un proyecto de vida.
Si falla en esto, tiene un hijo.

Horriblemente escrito por M.I

8.5.11

Ascension

Hay noches en que los escalones se hacen mas cortos, noches de fieltro y ceniza, noches engendradas por dias famelicos, insipidos, domingos en su mayoria. Hay noches en que el infierno sube 647 metros, y se cierne tenuemente, casi de manera imprevisible, entre las neuronas, entre sentir y ver las caras y las hojas y los cucarrones de adamantio, noches en que se me calienta el culo y me quiero echar un baño helado de olvido y quiza India o Brujas.