Hay noches en que los escalones se hacen mas cortos, noches de fieltro y ceniza, noches engendradas por dias famelicos, insipidos, domingos en su mayoria. Hay noches en que el infierno sube 647 metros, y se cierne tenuemente, casi de manera imprevisible, entre las neuronas, entre sentir y ver las caras y las hojas y los cucarrones de adamantio, noches en que se me calienta el culo y me quiero echar un baño helado de olvido y quiza India o Brujas.
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